Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Macabeos 7, 2-14

2 Uno de ellos, hablando en nombre de los demás, decía así: «¿Qué
quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir
antes
que violar las leyes de nuestros padres.»

3 El rey, fuera de sí, ordenó poner al fuego sartenes y calderas.

4 En cuanto estuvieron al rojo, mandó cortar la lengua al que había
hablado en nombre de los demás, arrancarle el cuero cabelludo y cortarle
las extremidades de los miembros, en presencia de sus demás hermanos y
de su madre.

5 Cuando quedó totalmente inutilizado, pero respirando todavía,
mandó que le acercaran al fuego y le tostaran en la sartén. Mientras el humo
de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos junto con su
madre se
animaban mutuamente a morir con generosidad, y decían:

6 «El Señor Dios vela y con toda seguridad se apiadará de nosotros,
como declaró Moisés en el cántico que atestigua claramente: "Se apiadará
de sus siervos".»

7 Cuando el primero hizo así su tránsito, llevaron al segundo al
suplicio y después de arrancarle la piel de la cabeza con los
cabellos, le
preguntaban: «¿Vas a comer antes de que tu cuerpo sea torturado miembro
a miembro?»

8 El respondiendo en su lenguaje patrio, dijo: «¡No!» Por ello,
también éste sufrió a su vez la tortura, como el primero.

9 Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la
vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes,
nos resucitará a una vida eterna.»


10 Después de éste, fue castigado el tercero; en cuanto se lo pidieron,
presentó la lengua, tendió decidido las manos

11 (y dijo con valentía: «Por don del Cielo poseo estos miembros, por
sus leyes los desdeño y de El espero recibirlos de nuevo).»

12 Hasta el punto de que el rey y sus acompañantes estaban
sorprendidos del ánimo de aquel muchacho que en nada tenía los dolores.

13 Llegado éste a su tránsito, maltrataron de igual modo con suplicios
al cuarto.

14 Cerca ya del fin decía así: «Es preferible morir a manos de
hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por
él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida.»